domingo, 27 de abril de 2008

Publicidades de ayer, recuerdos de hoy


Aquellos porteños que todavía no se dieron una vuelta por el Café de los Angelitos, tienen tiempo hasta hoy para visitar la muestra “Publicidades de Ayer que Renacen Hoy”, la cual hace un recorrido por las distintas publicidades de productos y tiendas que caracterizaron a las primeras décadas del siglo pasado.

Los coleccionistas Héctor Luis Pezzimenti, Mariela Iozzolino Bonomi y Eduardo López, contribuyeron para la muestra, iniciada el pasado 20 de marzo, con piezas de sus propias colecciones. La curación de las mismas estuvo a cargo de Fabiana Grassano.

Publicidades gráficas de revistas, libros, diarios y panfletos utilizaban el juego de palabras, la rima y las imágenes para persuadir al lector que compren sus productos, publicidades que están muy lejos de ser lo que son las audiovisuales de hoy en día.

Nada de celulares, ni locales de comida chatarra y mucho menos de televisores de pantalla plana. Eran aquellas épocas, las de antes, en que los consumidores iban a comprar en aquellas tiendas que ofrecían calidad y moda al menor precio. Los shoppings de la primera mitad del siglo XX. La tradicional inglesa Harrods ofreciendo los mejores trajes y sobretodos para los hombres, para las mujeres La Imperial en la calle Piedras esquina Victoria, que ya no existe, o tal vez “La Piedad”, o “La Ocasión” los mejores vestidos, cortes y telas, al mejor estilo Gath & Chaves.

Como tecnología de última, Siam además de sus modestas heladeras, ofrecía para la casa su nuevo lavarropas. Cuando había una fiesta de disfraces, si en casa no sabían coser, habia que salir corriendo a la tienda de disfraces "Carlota". Los chicos no se quedaban afuera del mercado: las muñecas, las galletitas Manon, la chocolatada Toddy, golosinas a tan solo 5 centavos y las colonias para que los nenes queden “después de bañaditos bien perfumados”, son algunos de los ejemplos de las publicidades de ayer.

“Venga del Aire o del Sol, del Vino o de la Cerveza, cualquier Dolor de Cabeza se Corta con Geniol”, como no podía ser de otra manera la famosa cabeza con clavos, no podía quedar afuera de la muestra.

La muestra es gratuita y se puede visitar desde las 15 a las 24 horas todos los días.

Una buena oportunidad para ir acompañados, si es una abuela o un abuelo mejor, así nos pueden contar curiosidades y secretos de otras épocas con temas como “La Cumparsita" o "Mi Buenos Aires querido” como música de fondo, y ellos de seguro chochos.

viernes, 11 de abril de 2008

Tarsila, la mais grande do Brasil


Porque nunca tuvimos gramáticas, ni colecciones de viejos vegetales. Y nunca supimos lo que era urbano, suburbano, fronterizo y continental. Perezosos en el mapamundi del Brasil” Oswald de Andrade. Manifiesto antropófago.

El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) abrió una vez más su temporada anual el pasado 29 de marzo con la muestra “Tarsila Viajante 1920-1931”, la primera de la pintora brasileña Tarsila do Amaral que tiene lugar en la Argentina.

Tarsila es considerada la máxima figura del arte del Brasil y una de las principales precursoras del movimiento artístico conocido como Modernismo brasileño. Este movimiento pretendió un cambio en el arte y la ideología del Brasil en un momento en el que el país aún no había entrado en contacto con la modernidad, no sólo en aspecto cultural sino también en lo tecnológico.


Sus obras son el resultado de las influencias del impresionismo, del cubismo francés, del surrealismo o del realismo socialista de la ex URSS. Su fase impresionista se puede reconocer en pinturas como Patio do colegio o Chapéau Azul. No obstante, es en 1922 cuando entra en contacto con un grupo de modernistas y se inicia un antes y un después en su carrera. Se produce una explosión multicolor en sus obras y nace su etapa más importante denominada “Pau-brasil” en la que se dedica a pintar la vegetación, la fauna, la gente y la esencia de las costumbres brasileñas en colores vivos, formas geométricas y planas. Carnaval en Madureira, O Mamoeiro, O Pescador, o A Cuca son claros ejemplos de la diversión del color. Sin embargo, no quedan dudas de que la obra clave de Tarsila do Amaral es Abaporu de 1928 con la que inauguró el Movimiento Antropofágico de Brasil, que proponía una deglución de la cultura europea, revalorizando la cultura regional.

Do Amaral nace el primero de septiembre de 1886 en Capivarí, un pueblito rural de São Paulo. Ya desde niña se veía atraida por la pintura, tal es así que a los diesciseis años pinta su primer cuadro. Estudia escultura, diseño y pintura en Brasil y en Francia. Contre matrimonio con André Teixeira Pinto en 1906, con quien tiene una hija. Sin embargo en 1926 se casa por segunda vez con el escritor modernista Oswald de Andrade, a quien regala Abaporú en 1928. A partir de 1930 su pintura se inclina hacia los aspectos sociales, producto de su visita a la Unión Soviética, donde realiza su primera exposición individual. Durante los años 50 y 60 retoma los colores sumisos y la atmósfera onirica. Finalmente Tasila do Amaral fallece en São Paulo, en 1973.

sábado, 5 de abril de 2008

La París de América

Tarde de domingo. La plaza está colmada de gente. Algunos suben y bajan las barrancas mirando los puestos artesanales, otros sólo se sientan en el pasto perfectamente cortado a tomar sol o a escuchar algún artista callejero. “Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres…” se escucha como música de fondo, un imitador de Joaquín Sabina que entretiene a los que están sentados o los que simplemente pasan por ahí. Definitivamente es Plaza Francia, tan característica por su gran feria artesanal. Feria que comenzó por allá lejos en la década de 1970 con un grupo de puestos que empezaron a exponer junto al paredón del Cementerio de la Recoleta.

Como signo del paso del tiempo, actualmente se pueden encontrar alrededor de 500 feriantes y aún crece cada fin de semana que pasa. Es tan extensamente variada, policromática, que no se la podría etiquetar o agrupar en un solo rubro. Cuenta con puestos que venden desde artículos de cuero como sandalias, carteras y bolsos, pasando por mates, bijouteria en plata, alpaca o piedras exóticas, cerámicas, vitreauxs, espejos, pinturas y fotografías hasta tarotistas, masajistas, payasos y estatuas vivientes. Cada tres o cuatro puestos se escuchan ingleses, brasileños, mexicanos o franceses preguntando precios o se los pued
e ver próximos a comprar algún mate o cerámica que diga “Tango” o “Buenos Aires”, o por qué no con la imagen del Obelisco haciendo juego. Es que la Feria se volvió en los últimos años un atractivo turístico más que ofrece la cosmopolita Buenos Aires.

Plaza Francia se encuentra ubicada entre las avenidas del Libertador y Pueyrredón, y las calles Junín, Ricardo Levena y Dr. Luis Agote. A zona se la suele conocer como la “París de América” por el estilo de las construcciones linderas a la Plaza.

Cuando la Fiebre Amarilla llegó a Buenos Aires en 1871, la gente mas acomodada de la época, que hasta ese entonces vivía en los barrios de San Telmo y Montserrat, decidieron emigrar a la zona norte de la cuidad, adonde la Peste no había llegado, actualmente son Barrio Norte, Palermo y hasta incluso Belgrano. Allí construyeron para vivir sus selectos palacios influenciados por el academicismo francés que caracterizó su estilo arquitectónico: techos de remate amansardados (tejas negras), chimeneas, arcos góticos y estilos versallescos.

Los sábados y domingos la Plaza es característica de feria. Para apreciar el estilo arquitectónico de la zona, tenemos toda la semana, pero ésa, ya es otra historia.